NO HAY BURBUJA DE ACTIVOS FINANCIEROS PÚBLICOS-
Cuando Greenspan 1 y otros hablaron de esto al principio del proceso de Rerrecesión/Repinchazo, a lo que se referían es que hay mucha tenencia de estos títulos, no a que estén sobrepreciados respecto de su Valor, aunque pudieran estarlo en EEUU cuando se deprecie el dólar en la Recrisis. Tengan en cuenta, además, que si los tenedores de estos títulos son sociedades mercantiles del mundo civilizado, tienen la obligación de ir provisionando las hipotéticas pérdidas latentes que pudiera haber, máxime si se trata de entidades para las que la IFRS9 2 es obligatoria.
No hay burbuja de dinero estricto —depósitos bancarios— ni del resto activos financieros públicos. Sus precios han subido muy poco en relación con su valor intrínseco. Y no hay inflación, es decir, no hay pérdida del valor del dinero, sino todo lo contrario, lo que, de por sí, ya justifica la apreciación de la deuda pública.
El dinero estricto y no estricto se está atesorando porque la economía apesta a Rerrecesión/Repinchazo y los gestores financieros no son tontos.
Pudiera ser que, una vez que pasen los primeros años de la Era Cero, la gente se relaje y rompa a gastar sin ton ni son, pero, entonces, entrará en juego la productividad del Trabajo & Empresa propia de la Era Cero y los precios tampoco subirán, aparte de que tardaremos muchas décadas en domeñar las consecuencias del sobreendeudamiento, máxime con la población demandando Pensiones y Sanidad.
El banco central no es bueno inflando burbujas de activos, como dicen los manipuladores. El banco central solo puede ser acusado de realimentarlas, primero al alza y, luego, a la baja 3. Es la avaricia la que crea las burbujas. Y es, también, la avaricia la que las hace estallar.
El sector público tiene tres partes, según la personificación de sus órganos y entes:
• Administraciones Públicas —local, regional, estatal y supraestatal— (personalidad jurídica pública y única)
• Organismos autónomos y entes asimilados (personalidad jurídica propia pública, regidos por Derecho Administrativo)
• Sector público empresarial (personalidad jurídica propia privada, regidos por Derecho Privado)
Todas las personas jurídicas que conforman el sector público pueden emitir deuda, es decir, poner su nombre como deudor en activos financieros (activo financiero: título-valor que representa una deuda, de modo que su transimisión equivale a la del derecho a cobrarla). Los activos financieros emitidos por el sector público van desde el dinero estricto —el dinero estricto es el activo financiero plenamente líquido, sin vencimiento ni rentabilidad— hasta los pagarés, pasando por el famoso bono a 10 años, que en España lleva rondando la rentabilidad negativa durante todo este histórico agosto.
Cuando hablamos de rentabilidad negativa de un bono, siempre nos referimos a la nominal: la diferencia entre su precio en el mercado secundario —mercado de segunda mano— y el flujo de cupones que le queda más el reembolso a su vencimiento; no nos referimos a la rentabilidad real —neta de inflación, pérdida de poder de compra del dinero que se obtendrá en cupones y vencimiento— ni a la rentabilidad real neta —neta de inflación y de los impuestos que se devengan por cobrar los cupones—. La rentabilidad real neta de los bonos —y los tipos de interés reales netos— es negativa desde tiempos casi inmemoriales. Finalmente, en los activos financieros, el cobro de cupones es automático, por lo que siempre hay un rendimiento que contabilizar, aunque haya que provisionar su depreciación, en su caso —gran diferencia con los pisitos en renta que, si no te casas con un bicho, no cobras nada, solo pagas impuestos por la tenencia o por la renta presunta que estás obteniendo por tenerlo disponible para ti—.
Las personas jurídicas del sector público pueden no emitir deuda. Si son deficitarias, pueden financiarse con transferencias de la persona jurídico-pública de la que dependen.
Sin embargo, la totalidad de personas jurídicas del sector privado emiten deuda. La que no lo hace para financiarse a largo plazo, lo hace a corto plazo, lo más común, por razones comerciales, pactando con sus proveedores el pago a 30, 60 o 90 días, etcétera. Hasta la más humilde de las personas privadas lo hace cuando acepta un vale, pagaré o letra de cambio (firma que el deudor —librado— pone en el documento, obligándose a pagar el día del vencimiento a quien se la presente al cobro —tenedor—).
Una vez dicho esto, da la risa floja oír hablar de burbuja de bonos
, refiriéndose a lo que está pasando con el dinero —depósitos bancarios— y la deuda pública, en los albores de la Era Cero 4. Es verdad que puede haber, por ahí, alguna emisión de alguna persona jurídica pública rara que sea de riesgo extremo, pero cuando se habla de bonos nos estamos refiriendo a la deuda pública ordinaria.
No hay burbuja de bonos soberanos, señores. Solo hay unas décimas de rentabilidad negativa que son totalmente racionales —por la magnitud de la Rerrecesión/Repinchazo que vivimos—, de acuerdo con sus cuatro riesgos determinantes:
• impago
• inflación
• nivel de tipos de interés
• tipos de cambio
No va a estallar, pues, ninguna burbuja de bonos públicos, sencillamente, porque no la hay.
La única burbuja que va a estallar es la inmobiliaria y, además, la de unas pocas acciones cotizadas. En el mercado de bonos, solo va a estallar la burbuja de aquellos, del sector privado, en los que el negocio causal sea una mierda —normalmente se tratará de deuda de los negocios vinculados de una forma u otra con la Reburbuja—.
Una pista: ningún analista orgánico o garbancero está hablando de lo incompatibles que son los actuales costes inmobiliarios con la Producción misma, cuando es obvio que un trabajador, con su salario, ya no puede razonablemente permitirse una vivienda en muchas ciudades del mundo —Madrid es una de ellas—, por culpa de la sobrevaloración inmobiliaria, ciudades que han perdido su prima salarial urbana y están esclerotizadas.
Es más, intentan vender la himbersión inmobiliaria como segura y rentable, pero fracasan reclutando himbersores. La gente prefiere estar en dinero mientras espera, aunque no sepan exactamente la magnitud de lo que viene, especialmente, a EEUU. Cuando la comprueben, entonces, algunos entenderán las actuales rentabilidades negativas de los bonos soberanos y les parecerán poco.
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